ALGUNOS DESAFÍOS ANTE LAS
PRÓXIMAS ELECCIONES
147º REUNIÓN DE
LA COMISIÓN
PERMANENTE
23 de agosto de
2007
Al Pueblo de Dios y a
los hombres y mujeres de buena voluntad
La realización de
elecciones naciones significa un momento muy importante en la vida de los
pueblos; allí se expresa la voluntad popular y se refuerzan las instituciones de
la democracia.
Los Obispos reunidos
en la 147ª Comisión Permanente, movidos por nuestra voluntad de servir al bien
común, deseamos reiterar en este momento de nuestra vida democrática
la Exhortación
Pastoral realizada el 28 de abril pasado “Sobre el compromiso
ciudadano y las próximas elecciones” por la Asamblea Plenaria del
Episcopado.
A los hijos
de la Iglesia,
y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad
I. La Pascua y
la vocación
del cristiano en el mundo
1. La fe en
Jesús resucitado, que celebramos más intensamente en este tiempo de Pascua, nos
impulsa a renovar nuestra vida, viviéndola con verdad, libertad, justicia y
solidaridad en la
Iglesia y en la sociedad política de la que formamos parte.
Somos miembros de las dos, y en las dos la fe nos llama a vivir nuestra
vocación.
2. En estas
circunstancias históricas, la fe nos exige crecer aún más en nuestro compromiso
ciudadano. Somos conscientes de los pasos dados para superar la crisis en la que
habíamos caído. Sin embargo, no podemos dejar de atender a la profundidad de la
misma. Ésta, si bien tuvo consecuencias económicas y sociales muy graves, viene
de vieja data, y tiene sus profundas raíces en el individualismo y en el
relativismo que distorsionan la concepción de la vida humana y de la
convivencia.
3. De allí la
necesidad urgente que todos los argentinos, y especialmente los cristianos,
descubramos mejor nuestra vocación por el bien común, y así nos convirtamos «de
habitantes en ciudadanos», corresponsables de la vida social y política, a lo
que nos ayuda el conocimiento y la aplicación de la Doctrina Social de
la
Iglesia.
II. Las próximas
elecciones
4. Este año, marcado de manera particular por las
elecciones, es una ocasión propicia para que hagamos un examen serio de nuestro
comportamiento social, y analicemos cómo es el cumplimiento de nuestros deberes
y la exigencia de nuestros derechos, sea como simples ciudadanos, sea como
autoridades llamadas a ejercer la función para la que son elegidas.
5. El acto
eleccionario requiere el conocimiento de las propuestas y el pleno ejercicio de
la libertad del ciudadano. Esto compromete al que se postula, quien debe definir
claramente su programa de acción política, y al que debe votar, a informarse
debidamente de la probidad de los candidatos y de la dimensión ética de sus
propuestas.
6. La
trascendencia del acto eleccionario exige una gran transparencia, que lo aleje
de prácticas demagógicas y presiones indebidas, como el clientelismo y la
dádiva, que desvirtúan su profundo significado y degradan la cultura cívica. Por
otra parte, es obligación del ciudadano controlar la gestión del
gobernante.
III. Algunos desafíos a tener
presentes
7. Son muchos los desafíos que debemos enfrentar.
Señalamos algunos que nos parecen más significativos y nos comprometen como
ciudadanos:
a) la
vida: es un don de Dios y el primero de los derechos humanos que debemos
respetar. Corresponde que la preservemos desde el momento de la concepción y
cuidemos su existencia y dignidad hasta su fin natural;
b) la
familia: fundada en el matrimonio entre varón y mujer, es la célula básica
de la sociedad y la primera responsable de la educación de los hijos. Debemos
fortalecer sus derechos y promover la educación de los jóvenes en el verdadero
sentido del amor y en el compromiso social;
c) el bien
común: es el bien de todos los hombres y de todo el hombre. Debemos ponerlo
por sobre los bienes particulares y sectoriales. Su primacía sustenta y
fortalece los tres poderes del Estado, cuya autonomía, real y auténtica, se hace
imprescindible para el ejercicio de la democracia. Dicho bien común se afianza
cuando la autoridad sanciona leyes justas y vela por su acatamiento. También el
ciudadano está obligado en conciencia a cumplirlas, salvo que se opongan a la
ley natural;
d) la
inclusión: debemos priorizar medidas que garanticen y aceleren la inclusión
de todos los ciudadanos. La pobreza y la inequidad, no obstante el crecimiento
económico y los esfuerzos realizados, siguen siendo problemas fundamentales.
Toda gestión social, política y económica debe estar orientada al logro de una
mayor equidad, que permita a todos la participación en los bienes espirituales,
culturales y materiales;
e) el
federalismo: tenemos que promover el verdadero federalismo, que supone el
fortalecimiento institucional de las Provincias, con su necesaria y justa
autonomía respecto del poder central. Los poderes del Estado se ennoblecen
cuando consolidan la estructura federal y republicana del
País;
f) políticas
de Estado: la experiencia nos ha enseñado que una sociedad no crece
necesariamente cuando lo hace su economía, sino sobre todo cuando madura en su
capacidad de diálogo y en su habilidad para gestar consensos que se traduzcan en
políticas de Estado, que orienten hacia un proyecto común de Nación. Este sigue
siendo un fuerte desafío para nuestra democracia.
8. Nuestro país
sufre todavía fragmentación y enfrentamientos, que se manifiestan tanto en la
impunidad, como en desencuentros y resentimientos. Nos queda pendiente la deuda
de la reconciliación. En este sentido, el Papa nos recuerda que «las condiciones
para establecer una paz verdadera son la restauración de la justicia, la
reconciliación y el perdón».
Nuestro más vivo
deseo es que el período de conmemoración del bicentenario, que celebraremos
entre el 2010 y el 2016, nos encuentre fortalecidos en un espíritu común, donde
la reconciliación de los argentinos genere finalmente un ambiente de verdadera
paz y amistad social.
9. Al concluir
nuestra 93ª Asamblea Plenaria, compartimos con ustedes estas reflexiones, que
son nuestra preocupación y, a la vez, nuestra esperanza para el futuro de
la
Patria.
Que María
Santísima, nuestra Madre de Luján, nos acompañe con su intercesión, en este
camino del pueblo argentino.
Buenos Aires, jueves
23 de agosto de 2007
147ª reunión de
la Comisión
Permanente de la Conferencia Episcopal
Argentina