ARGENTINA: LA LEGISLATURA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES RECIBE LA CARTA DE LA TIERRA

NOTICIAS GLOBALES Año I. Gacetilla nº 82. Buenos Aires, 4 de agosto 1998

82) ARGENTINA: LA LEGISLATURA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES RECIBE LA CARTA DE LA TIERRA.

El documento -según dijo Gorbachov- será impuesto al mundo en reemplazo de los Diez Mandamientos. Funcionarios del gobierno argentino impulsan la Carta.

Por Salvador Arguedas

El día 3 de agosto pasado, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires recibió oficialmente de manos de la cantante Mercedes Sosa, la Carta de la Tierra. La delegación de políticos y funcionarios que entregaron ese documento estuvo compuesta por: Mercedes Sosa; María Julia Alsogaray, Secretaria de Estado de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable del gobierno argentino, dependiente directamente del Presidente de la República, Dr. Carlos Menem; la embajadora Elsa Kelly, ex-vicecanciller del gobierno del Dr. Alfonsín- y actual Directora General de Asuntos Ambientales de la Cancillería; Raimundo Florín; Beatriz Pichi Malen, representante indígena; Luis Farinello, sacerdote católico; Victor De Gennaro y el escritor Ernesto Sábato. Este último y los grupos indígenas por desacuerdos políticos circunstanciales, se retiraron de la reunión al hacer su ingreso la Ingeniera Alsogaray.

Con esa entrega oficial a la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, comenzó el llamado Programa Carta de la Tierra en Argentina.

La Carta de la Tierra

La Carta de la Tierra fue redactada por un grupo de “notables” autodesignados para ese cometido, entre el 13 y el 21 de marzo de 1997, en Río de Janeiro, en el marco de las reuniones preparatorias a la Asamblea General de las Naciones Unidas llamada de Río+5 o Cumbre de la Tierra +5, (23 al 27 de junio de 1997).

La Carta es un documento pensado en el seno del Consejo de la Tierra que preside Maurice Strong, uno de los subsecretarios generales de la ONU, conocido impulsor de políticas compulsivas de control de natalidad. Del mismo consejo forma parte el ex premier soviético, que ahora vive en Suiza, Mikhail Gorbachov, fundador de la organización Cruz Verde Internacional.  También intervinieron, entre otros, en su redacción el Director General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, Mercedes Sosa, y los difuntos Paulo Freire y Bella Abzug, entonces presidenta de WEDO, la Organización para el Desarrollo de las Mujeres y el Medio Ambiente, una de las poderosas OGS’s con status consultivo en las Naciones Unidas, que busca, entre otras cosas, el reconocimiento del aborto como derecho humano y la equiparación de las parejas homosexuales a las heterosexuales.

No faltaron en esas reuniones preparatorias para la Cumbre Rio+5, representantes de la UNICEF, del Fondo de las Naciones Unidas para la Población (FNUAP), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), del UNEP (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), singularmente mientras tanto, en medios de las Naciones Unidas se insistía en que la reunión del Consejo de la Tierra, sólo era una reunión de ONG’s.

La Carta de la Tierra fue presentada y aceptada por el Secretario General de las Naciones Unidas e incluida entre los documentos a aprobar por los Jefes de Estado en la Cumbre de la Tierra+5 (Asamblea General de las Naciones Unidas, 23 al 27 de junio de 1997). La falta de tacto de los funcionarios del Consejo para el Desarrollo Social, hizo que la oposición del bloque de países llamado Grupo de los 77, hiciera fracasar la iniciativa. Pero por lo visto, como dijimos en los dos extensos artículos que publicamos en el suplemento de la agencia AICA el año pasado, la Carta de la Tierra no fue enterrada en junio de 1997 en New York, sino que sigue en pie y goza de buena salud. (Vid. Salvador Arguedas, Cumbre de la Tierra, AICA-DOC 2106, Buenos Aires, 30-4-97 y Salvador Arguedas, Resultados de la Cumbre de la Tierra, AICA-DOC 2123, Buenos Aires 27-8-97).

Algunos comentarios

La Carta de la Tierra, para Gorbachov, uno de sus redactores, es “el manifiesto de una nueva ética para el nuevo mundo”, un verdadero “Decálogo de la Nueva Era”, base para un código de conducta universal que deberá regir al mundo desde el año 2000. “Estos nuevos conceptos -dijo el ex premier soviético y antes antiguo jefe de la KGB-, se deberán aplicar a todo el sistema de ideas, a la moral y a la ética y constituirán un nuevo modo de vida. El mecanismo que usaremos, será el reemplazo de los Diez Mandamientos, por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la Tierra”, (vid. Arguedas, S., La Cumbre de la Tierra, citado).

La Carta de la Tierra -decíamos el año pasado- es un manifiesto materialista y pagano, es más, panteísta, que entre otras cosas intenta controlar férreamente la población mundial. Una de las no declaradas explicaciones que le encuentran los expertos a este documento, es la disfrazar de elevadas intenciones, -por el bien de la humanidad-, el proyecto de convertir grandes extensiones del planeta en el almacén de materias primas que asegure el sostenimiento de los hábitos opulentos de consumo de unos pocos privilegiados, que son algunos, no todos los habitantes de los países centrales.

“La tierra, cada forma de vida y todos los seres vivientes poseen un valor intrínseco. Se debe garantizar el respeto y su cuidado”, dice la Carta en su primer punto. Pero, ¿se desprende de esto que sólo el hombre tiene derechos absolutos, que le han sido dados por el Creador?, o por el contrario, ¿las piedras, las plantas y los animales, tendrían los mismos “derechos” que el hombre?.

¿Por qué se habla, con el acostumbrado lenguaje antinatalista de la ONU, de modos de “reproducción que respeten los derechos humanos y las capacidades regenerativas de la tierra”?. ¿Se impondrán cuotas de población a ciertas zonas del planeta, para preservar los recursos naturales?.

¿Por qué la insistencia de la Carta en conceptos que la ONU utiliza para disfrazar sus políticas de control de natalidad y sus proyectos de reingeniería social, como la equidad de género y la salud reproductiva y sexual de las niñas y las mujeres, como pre-requisitos del desarrollo sustentable?.

Como lo declararon en Río de Janeiro en 1997, los redactores de la Carta están dispuestos a convertirla en “la única agenda para el gobierno mundial”, es decir, es un propósito declarado, que la Carta es un proyecto totalitario, de imposición de una determinada ideología, que en su materialismo, en su ateísmo, y en su afán de control, coincide con el marxismo.

Desde hace tiempo la opinión pública está siendo sometida a un lavado de cerebro que trata de sustituir el concepto de respeto debido a la naturaleza, de raiz eminentemente cristiana, con los esquemas ecologistas de la nueva ideología del humanismo inmanentista.

Esta ideología no se priva de cultivar diversas formas de materialismo pseudo religioso, que incluso tienen algunas manifestaciones de misticismo oriental, a veces esotérico, así procura descristianizar la sociedad e implantar un nuevo modo de interpretar toda la realidad. En los documentos internacionales se llama claramente a este empeño, proceso de reingeniería social.

Por un lado, se pretende salvar de un supuesto exterminio, por ejemplo, a las focas, ballenas, gorilas, manatíes, chitas, elefantes, diversas especies de mariposas, osos y cabras montesas, por otro, no sólo se justifica, sino que se tiene como una obligación “natural” procurar y provocar un verdadero y propio holocausto con leyes que autorizan el abominable crimen del aborto.

Por su ecologismo, la nueva ideología está impedida para distinguir entre el ser humano y la bestia. No es infrecuente, por ejemplo, que en documentales de televisión sobre la vida silvestre, producidos por National Geographic, Audubon Society, la BBC, etc., se llame al chimpancé “nuestro hermano” o “nuestro primo” y, en general, no sólo se culpe al hombre de algunos desmanes que son ciertos, sino que se lo presente por definición como “el enemigo” de la naturaleza -el máximo depredador-, sin reconocer su dignidad trascendente y en pie de absoluta igualdad con los otros seres vivos, distinto de ellos sólo por pequeños porcentajes de ADN.

La nueva ideología rompe lanzas por mantener la naturaleza intacta, bosques, mares y montañas, pero desconoce las naturales diferencias entre hombre y mujer, tratando de imponer unos nuevos derechos, contrarios a la naturaleza misma, basados en la teoría del género y la libre opción sexual.

La nueva ideología predica incansablemente que el ser humano tiene como fin sentirse bien, elevando su calidad de vida, buscando una utópica felicidad intramundana, que el hombre sólo con sus fuerzas podría alcanzar. Así, reedita las teorías sobre el progreso sin fin de la humanidad.

A la vez, como quien conserva en un zoológico a un orangután albino, intenta preservar lo que llama culturas autóctonas, condenando -previa esterilización, para que no sumen más de la cuenta-, a otros seres humanos, a vivir de la caza -con arcos y flechas- y a hacer fuego con un palito y una piedra.

El nuevo humanismo predica también ese “respeto a la diferencia” buscando el reconocimiento de ciertos derechos para los homosexuales, provocando a veces el disgusto de los indígenas, pero le niega “el respeto a la diferencia” a otros seres humanos que, por ejemplo, desean ser buenos cristianos, viviendo su fe en todo lugar y no sólo encerrados en su casa o en la iglesia; también se lo niega a una pareja -hombre y mujer; cristianos o no- que quiera tener una numerosa prole; también se lo niega a esos u otros padres que, ejercitando sus derechos inalienables, quieren transmitir a sus hijos una fe trascendente; y, por supuesto, el nuevo humanismo no ejercita el “respeto por la diferencia” con respecto a los médicos que por motivos éticos, no quieren ser cómplices del crimen abominable del aborto.

Toda diferencia que no entre dentro de las diferencias estipuladas por la nueva “nomenklatura” nacional o internacional es calificada por los voceros del nuevo orden, de antidemocrática, totalitaria, fundamentalista.

En la presentación de la Carta de la Tierra sus redactores afirmaron haber consultado a más de 300 líderes religiosos. Así, la Carta de la Tierra pretende vestir de una cierta espiritualidad, que no es tal, al nuevo orden mundial. Un caso similar lo encontramos en el proyecto de Nueva Etica Global, que Hans Kung presentó hace pocos años en el Foro Económico de Davos, auspiciado por el World Wildlife Found (WWF, Fondo para la Vida Silvestre, del príncipe Felipe de Edimburgo). Hans Kung dijo allí que no se puede construir el nuevo orden mundial sin su nueva ética planetaria. En la misma linea, Gorbachov se compromete a imponer la Carta de la Tierra en lugar de los Diez Mandamientos, porque es necesaria una nueva ética para la nueva era.

En definitiva, al nuevo orden le hace falta una nueva religión universal, esta vez diseñada especialmente para ser el opio de los pueblos, allí se enmarca la Carta de la Tierra y otros intentos como el de la Nueva Etica Planetaria.

Las donaciones de Argentina

En una conferencia de prensa, que reseñamos el año pasado en las separatas del boletín semanal de la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA) citadas más arriba, Gorbachov reconoció que su estadía en Río de Janeiro (13 a 21-3-97) se debía a que el gobierno argentino le pagó el viaje y algo más, “el gobierno argentino me pagó los gastos del viaje y donó 300.000 dólares para mi Fundación Cruz Verde Internacional”. Por entonces, Gorbachov visitó Argentina, al terminar la reunión en Río del Consejo de la Tierra.

A raíz de nuestros artículos, el 11 de julio de 1997, el diario La Nación de Buenos Aires publicó una investigación, en la que la Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable, a cargo de la Ingeniera Alsogaray, reconoció que “sólo” donaba a la Cruz Verde Internacional, 60.000 (sesenta mil) dólares anuales, en entregas de 5.000 dólares al mes.  Fuentes de esa Secretaría atribuyeron a un error de AICA la cifra de 300.000 dólares.

Pero, en la crónica de esa rueda de prensa escrita por la norteamericana Jeanne Ferrari, desde Río de Janeiro, se dice que fue el mismo Gorbachov el que reconoció un donativo de 300.000 dólares por parte del gobierno argentino. En todo caso, debió ser Gorbachov y no la agencia AICA el que “equivocó” las cifras, (cfr. La Nación, 11-7-98; La Voz del Interior, Córdoba 12-7-98).

Por otro lado, sería más lógico que el Estado argentino ayudara a muchas ONG´s nacionales o extranjeras que, por ejemplo, se dedican a ayudar a niños desnutridos, madres en conflicto o a ancianos abandonados, más que a una organización empeñada en llevar a cabo procesos de reingeniería social que, de conocerlos, los ciudadanos de este pais rechazarían. FIN, 13-8-98

Notas de Noticias Globales:

1. Sobre estos temas nos parece que no debe dejarse de consultar el discurso del Cardenal Ioseph Ratzinger a los Obispos Presidentes de Comisiones de Fe de las Conferencias Episcopales Latinoamericanas, pronunciado en Guadalajara en 1996.

2. Gran parte de los artículos que publicamos en AICA citados en este trabajo, pueden consultarse también en, Intermedios, n. 499, Buenos Aires mayo 1997, Diario del Consejo Superior de Educación Católica, CONSUDEC, n.  812, Buenos Aires mayo 1997, Palabra, n.392, Madrid mayo 1997; Revista Eclesiástica de la Arquidiócesis de La Plata, n. 4-6, julio de 1997;

Intermedios, n. 514, Buenos Aires agosto 1997, Palabra n. 395-396, Madrid agosto-septiembre 1997

3. También puede verse, Sanahuja, J. C., La Cuestión Ecológica, en La Familia ante los Desafíos del Tercer Milenio, Actas del 3er Congreso Latinoamericano de Movimientos Pro-Vida, pp. 97-118, Buenos Aires 1997

4 Sobre la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, vid. Nuevo ataque de la ONU a los derechos de los padres. Aparece el fantasma de El Cairo. Un ejemplo argentino: los padres son ignorados, Noticias Globales 11/98, gacetilla 26, 7-5-98; y Argentina: La Legislatura de Buenos Aires busca imponer el aborto y los supuestos derechos de los homosexuales, Noticias Globales 41/98, gacetilla 79, 4-8-98

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