HOMOMONIO: POR
QUÉ NOS OPONEMOS
Por Héctor H.
Hernández
Los
católicos nos oponemos al “homomonio” porque lo dice San Pablo, que para
nosotros es palabra de Dios. Y como aquí y ahora en la vida social hay que
elegir entre La ley de Dios y la Religión del Género, Ud. ya sabe de qué lado
estamos.
Pero cuando
nos vanagloriamos del monopolio de la defensa de la familia fundada en el
matrimonio-matrimonio para perpetuar la Argentina, nuestra Biblia nos dice que compartimos
tesis con los judíos: “no te acostarás con varón como con mujer”, dado que “es
abominación” (sic, libro del Levítico, 18,22). Y nada te digo cuando nos
enteramos que también con los musulmanes, porque Ud. sabe, lector, lo que
piensan, y también con los profesores de derecho de familia y con el fundador
del psicoanálisis y con...
Razones metafísicas
Los
católicos nos oponemos por parecida razón por la que no queremos que el bote de
dos pares de remos con timonel sea integrado por tres timoneles, o el
automóvil de rally sólo por dos navegantes, sin conductor que maniobre, acelere
y frene y realice la carrera que le da el sentido a la cosa. O al equipo de
fútbol integrado por 11 arqueros, aunque la Asociación por los
derechos de los arqueros haga setenta y tres juicios de amparo fundados en mil
convenciones internacionales. O por las razones por las que si fuésemos jurados
en Cosquín rechazaríamos en el concurso de dúos de percusión y piano a un
solista, o también al dúo de dos bombistos, y aunque nos interpongan 74 amparos
con citas de los ángeles y los demonios y de la ONU. Porque el dúo se integra por
dos y el de percusión y piano por piano y bombo.
Nos oponemos por razones tan metafísicas, teológicas, misteriosas, democráticas
y totalitarias como que los actos sexuales se realizan por los órganos
sexuales, y hay una natural adecuación de los del hombre a la mujer que no se da
de otro modo. O ciertamente con una indignación muchísimo mayor que la que Ud.
siente si fue a comprar un casal de canarios, al llegar a su casa se da cuenta
que le vendieron dos hermosos machitos, y reclama por la estafa. Un “casal” es
eso… y todos lo entienden. Un
matrimonio…
Freud y
la Comunidad
Homosexual argentina
Nosotros no
andamos controlando y exigiendo que la gente tenga relaciones sexuales, se case
y tenga un hijo tras otro, pero nuestra Doctrina Social nos dice que lo que el
Estado debe promover y proteger y reconocer es la ordenación del sexo a la
procreación-amor, a la solidaridad y la grandeza de la
Patria.
No nos
oponemos de puro contreras, pues somos positivos y nos fundamos en el propio
Sigmund Freud, cuando colocaba entre las enfermedades la homosexualidad.
Nosotros exigimos el respeto de las personas, pero la comprensión no impide ni
llamar a las cosas por su nombre ni dejarnos
avasallar.
Los
católicos no somos negativos, y me animo a decir que estamos de acuerdo con la
ultragrande mayoría de los homosexuales que no integran el Movimiento y que, o
viven lo suyo con un dolor que quiere permanecer oculto pues quieren curarse y a
veces no pueden o, como aprendí en un libro de Sebrelli, porque prefieren por
otros motivos no menear el asunto.
Como que estamos de acuerdo con la profesora Graciela Medina, de la otra vereda,
cuando ha dicho que los magistrados no nos pueden cambiar el concepto de
matrimonio. Es que se trata de eso…
No somos negativos, y hasta estamos de acuerdo con la Comunidad
Homosexual argentina, cuando potenciando el número real se hace
cruces (o lo que sea), clama al cielo (o adonde fuere), y se rasga las
vestiduras abominando de la orientación sexual nefasta y detestable que ejercen
los malditos y nunca suficientemente execrados curas
pedófilos.
Queremos que las personas no sean injustamente discriminadas, pero precisamente
seguimos a nuestro señor Pero Grullo cuando enseña que hay discriminaciones
justas y discriminaciones injustas. Créanme que no lo veo a Charly García para
reemplazar a Messi en el Mundial.
Disparate
jurídico
Tan es un
disparate jurídico el “homomonio”, que les voy a contar lo que le pasó a
la Jueza
Seijas, la primera que en el Río de la Plata enmendó la plana al
Código Civil al declararlo inconstitucional. En un momento de la sentencia tuvo
que definir qué bendita cosa es matrimonio y fue al lugar adecuado, que son los
tratadistas de Derecho de Familia. Pero todas las definiciones le dieron mal. El
matrimonio es de uno con una, le decían todos los autores consultados, y no
encontró ni uno solo al que le pasara por el caletre que fuese inconstitucional,
conforme quiere la
Religión del Género. El
matrimonio es de uno con una…
Pero nos va
mal a los argentinos. Porque la ultraminoría dentro de la ultraminoría nos tiene
acorralados considerando que es un delito expresarnos con nuestro lenguaje,
delito que ya han tipificado como “homofobia”, y no se detienen en su marcha
adelante.
Se trata de dos concepciones y no de reconocer derechos que no hay y están
reconocidos
Se equivocan
los ciudadanos y los parlamentarios que creen que “¡bue…, a nadie embroman,
déjenlos que tengan sus derechos!” Como si se tratase de que la discusión se
entabla entre algunos inadaptados lunáticos ultras que queremos negar derechos y
los pocos que los reclaman, quedándose en el justo medio la inmensa mayoría
sensata que no ve la gravedad del asunto mientras que no les
toque.
Porque
del Movimiento y del fallo Seijas surge que sería legítimo discriminar en favor
a los homosexuales dándoles preferencias y desigualándonos al resto para hacer
justicia histórica compensatoria por las injusticias sufridas. Y que de lo que
se trata no es de algunos derechos económicos, para lo cual no hace falta
cambiar nada, sino de imponernos obligatoria
y coactivamente y con la fuerza de la ley civil y penal y del Estado, a toda la
comunidad, su propia concepción moral del matrimonio y otra moral sexual
para todos.
En esto no
hay ni puede haber indiferencia, y hay que optar entre lo que dice
la Religión
Católica (y todas sus compañías que hemos visto y el sentido
común y el derecho natural y los civilistas argentinos), y lo que dice
la Religión
del género.
La parte
visible
El homomonio es
sólo la parte visible del iceberg, que es la ideología de género, consistente en
una cosmovisión que defiende la desconstrucción de la familia, no sólo porque
según ella esclavizaría a la mujer, sino porque condiciona socialmente a los
hijos para que acepten el hogar, el matrimonio y la maternidad como algo
natural. Por lo tanto, es una postura que quiere imponer lo suyo, pero rechaza
sistemáticamente pensar en la solidaridad moral y social, en la célula
fundamental de la
Patria, en construir con generosidad la difícil felicidad, para
consagrar el egoísmo y hedonismo más brutal como escuela de
vida.
Ud. lector,
va a llorar por este tema cuando a su nieto argentino del mañana le impongan por
ley que todas las opciones sexuales son legítimas, encima le den clases
prácticas y obligatorias para probar todo y luego elegir como hombre maduro su
orientación sexual, y para colmo cuando vaya a reclamar indignado porque le
imponen un patrón moral que detesta, lo metan preso a Ud. por “discriminador
homofóbico”…
Pienso que entonces preferirá la vieja y denostada religión de los argentinos a
la religión del género. Será tarde.
***
Publicado en el
Diario El Norte, 13/05/2010