NOTIVIDA, Año VI, nº 350, 8 de mayo de 2006

Cámara de Diputados de la Nación

LA MANIPULACIÓN IDEOLÓGICA DE LA “VIOLENCIA CONTRA LA MUJER”

Por Mónica del Río

Las mujeres que sufren más violencia son las embarazadas, en ese caso además hay dos víctimas, la madre y el bebé en gestación. No obstante se prevé excluir a este último –el que corre mayores riesgos- de las leyes que intentan proteger contra la violencia.

El 18 de abril, cuando los diputados de la Comisión de Familia del Congreso de la Nación analizaron el tipo de violencia sobre la que debían legislar prioritariamente, la abortista Juliana Marino defendió el proyecto para erradicar la “violencia contra la mujer”. Aclarando que otras formas de violencia están contempladas por otras leyes. Marino mencionó expresamente a la violencia contra los niños y aclaró que ellos ya tienen su flamante Ley de Protección integral al niño (ley 26061), por lo que “habría que ocuparse ahora de las mujeres”. Lo que la diputada no dijo es que hay una franja de niños excluidos en ambos casos: los niños por nacer.   

Recordemos que en la Ley de Protección integral al niño los legisladores se negaron a incluir las reservas que nuestro país le hizo a la Convención Internacional de los Derechos del Niño, que además tienen rango constitucional. Una de esas reservas es justamente la que define como niño a toda persona comprendida entre la concepción y los 18 años de edad. Al margen de sus graves falencias y en el mejor de los casos, lo que por ahora se sancionó es una Ley de Protección integral a algunos niños -los ya nacidos-.  

Por las mismas razones ideológicas el proyecto que “intenta erradicar la violencia contra la mujer” no menciona a la mujer embarazada, que es la que sufre mayor violencia. El proyecto elaborado por Marcela Rodríguez y Elisa Carrió (ARI) (exp.294/06), que la Cámara de Diputados estudia, sólo prevé servicios médicos para la mujer; las campañas de concientización apuntan exclusivamente a los “derechos de las mujeres” y omiten mencionar que en el caso de la mujer embarazada hay dos víctimas, siendo el bebé en gestación el que afronta los mayores riesgos. Los planes y programas proyectados para el área de educación no mencionan ni la fragilidad del niño por nacer, ni su particular necesidad de protección, ni el trato deferente que amerita una mujer embarazada. Tampoco se los considera en las revisiones de los libros de texto. Los únicos derechos humanos garantizados y promovidos son los “derechos de las mujeres”, cuando es sabido que la violencia contra la mujer afecta particularmente a la vida humana naciente.  

Violencia durante el embarazo

Según la Asociación Argentina de Prevención de la Violencia Familiar “una de las mayores incidencias del maltrato contra la mujer ocurre durante el período del embarazo, parto y postparto, potenciando el riesgo para madre e hijo/a”. “La mayoría de las investigaciones coinciden en que entre un 23 a un 60 % de las mujeres maltratadas relatan el comienzo o incremento de la violencia durante el embarazo, concentrada sobre todo en el tercer trimestre”. La misma asociación describe las causas y consecuencias más frecuentes.

Entre las causas están:

* La crisis de transformación y transición familiar o de la relación hombre-mujer, que incrementa el stress, debido a que conlleva obligaciones, responsabilidades y gastos extras y/o que ha precipitado la legalización de la unión.

* La frustración sexual al espaciar las relaciones por cuidar un embarazo problemático, por desinformación o por acción de los mitos que versan sobre el temor o las fantasías que despierta en el hombre esa “tercera persona” interpuesta e invisible.

* Los cambios en la mujer que en ciertos casos la alejan de la actividad sexual por ensimismarse en su embarazo o por sus malestares: vómitos, mareos, etc.

* La necesidad de apego infantil insatisfecha en el hombre violento, que con el embarazo de su mujer se reactiva. Surge el temor al abandono o desapego que resulta ser el prólogo de la ira o episodio de violencia.

* La dificultad de desarrollar un rol paterno maduro y protector, dado que es habitual que el hombre violento haya sido maltratado o testigo de violencia en su infancia.

* La posesividad y el control que el hombre violento ejerce sobre su mujer (…) el abdomen abultado de la mujer se convierte en un blanco de sabotaje a quien se experimenta como un intruso, un tercero inoportuno, percibido más como “hermanito/a” que como hijo/a.

* El control del embarazo por profesionales médicos también exacerba sus celos y posesividad, pues no tolera que “toquen” o “vean” el cuerpo de la mujer al cual considera suyo.

* El rechazo insoportable que le produce la “deformación” del cuerpo de “su” mujer lo lleva a atacar ese vientre prominente que física y psicológicamente se interpone.

* La existencia de violencia previa al embarazo es un elemento predictivo de que haya una alta probabilidad de que éste no contribuya a modificar tal patrón de conducta sino a intensificarlo.

* El llamado “abuso prenatal” también puede darse por querer provocar un aborto adrede.

* El desempleo, la familia numerosa, el hacinamiento habitacional, son otros factores, pero también existen otros en las clases acomodadas: que el embarazo interfiera en algún proyecto de viaje o trabajo; que la mujer no pueda acompañar al hombre en determinadas actividades sociales o deportivas en las cuales necesita su presencia o que actúe como anfitriona; el disgusto o “desprecio estético” por la esbeltez o silueta “perdida”.

* Las dificultades de movilidad de la mujer para realizar las tareas habituales y que las tenga que asumir el hombre.

* La excesiva juventud de la pareja o su inestabilidad como tal.

* Estilo de vida asocial o poco saludable: delincuencia, adicciones.

Consecuencias

La agresión física a una mujer embarazada pueden provocar, entre otros: Aborto, Pérdidas, Hemorragias, Contracciones prematuras, Ruptura de membranas, Injuria placentaria, Injuria al miometrio, Rotura de bolsa, Infecciones, Desprendimiento de placenta, Parto prematuro y  Cesárea de  urgencia

El bebé puede sufrir: Muerte, Traumatismos, Hipoplasia pulmonar, Deformaciones ortopédicas, Anemia, Alteración homeostática, Hemorragias, Ruptura de órganos, Hipoxia,  Traumatismo craneal, Daño cerebral, Nacimiento prematuro, Bajo peso al nacer, Menor talla, Menor probabilidad de supervivencia durante el primer año de vida, etc.

Conclusión

Tal como ocurre cuando se intenta legalizar el aborto en los casos de violación, en los casos de “violencia contra la mujer” se ignora a una de las dos víctimas. La más débil e indefensa. Si el bebé no muere cuando la madre que lo está gestando es maltratada, su desarrollo queda seriamente comprometido. Un proyecto como el de Carrió y Rodríguez  que “pretende erradicar la violencia contra la mujer” e ignora esta realidad -resaltada en todos los estudios sobre el tema- sólo puede tener móviles ideológicos. Y desde la concepción ideológica en boga se "violenta a la mujer" cuando se le limita el pleno ejercicio de sus “derechos sexuales y reproductivos” -anticoncepción, esterilización voluntaria, libre elección de la orientación sexual y aborto- (Vid Notivida 344). FIN

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NOTIVIDA, Año VI, nº 350, 8 de mayo 2006

Editores: Pbro. Dr. Juan C. Sanahuja y Lic. Mónica del Río

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