NOTIVIDA, Año IV, nº 199, 18 de enero de 2004
 

SEVERAS CRÍTICAS DE MONS. AGUER A LA Dra. ARGIBAY

En su programa radial “Los dos Reinos”, que se difunde los domingos de 9 a 11hs. por Radio Provincia de Buenos Aires, el arzobispo de La Plata, Monseñor Héctor Aguer, se refirió, en el día de la fecha, a la postulación de la Doctora Carmen Argibay para ocupar un sitial en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En alusión a recientes declaraciones de la Doctora Argibay, quien afirmó el derecho de la mujer a disponer de su propio cuerpo en orden a una legalización del aborto, el arzobispo comentó que “cuesta creer que una persona considerada destacada jurista y que aspira a integrar el máximo tribunal de la República pueda exhibir como argumento un eslogan ideológico carente de todo fundamento. Porque el niño por nacer, aun en el estado inicial de su desarrollo, como embrión, no es una porción del organismo de la madre, una excrecencia que ha surgido en sus entrañas, sino un nuevo ser humano. Parece ignorar la Doctora Argibay los aportes decisivos de la genética y la literatura existente acerca del estatuto jurídico del embrión humano –considerado como persona— y su derecho a nacer. ¿Por qué podría la mujer disponer de una vida ajena, como si fuera un mero objeto biológico?”

Monseñor Aguer contrapuso a esta actitud antivida de la abogada argentina la clara posición de Norberto Bobbio, el eminente jurista italiano recientemente fallecido, quien sostuvo con sólidas razones el derecho a la vida del niño por nacer y manifestó su estupor por el hecho de que los laicos (es decir: agnósticos, no creyentes, anticlericales) dejen a los creyentes el honor de afirmar que no se debe matar. “El individuo es uno, individual –explicaba Bobbio--; en el caso del aborto hay otro en el cuerpo de la madre. El suicida dispone de su propia vida; con el aborto se dispone de una vida ajena.”

El prelado platense sostuvo que “la Doctora Argibay parece adherir a aquella corriente radical o extremista del feminismo, que actúa desde organizaciones vinculadas a las Naciones Unidas con abundantes recursos financieros y una red de apoyos políticos y mediáticos, y que intenta hacer reconocer «nuevos derechos humanos» y corregir a tenor de los mismos la Declaración Universal de 1948. Estos presuntos nuevos derechos se formulan en contra del orden natural y en función de un concepto individualista y hedonista de la libertad, que Juan Pablo II señaló como una idea perversa de libertad. A este lote pertenecen los así llamados derechos sexuales y reproductivos de la mujer, que una conocida feminista del siglo XX resumió en aquella consigna atroz: «La libertad de la mujer comienza por el vientre»”.

Monseñor Aguer comentó también la condición de atea militante que se atribuyó la Doctora Argibay: “Si un futuro miembro de la Corte se declarara públicamente católico militante, semejante arranque de sinceridad parecería extemporáneo, desencadenaría un torrente de impugnaciones y probablemente haría fracasar su candidatura. Que en la Argentina de hoy alguien, en esa circunstancia, se proclame atea militante parece un desafió agresivo, un exceso innecesario. ¿Acaso piensa encabezar, desde el más alto sitial de la justicia, una cruzada antirreligiosa, o empeñarse en la difusión del ateísmo? ¿No hay que considerar esa posición ideológica y beligerante como un prejuzgamiento contrario a la Constitución Nacional, que invoca a Dios, fuente de toda razón y justicia, y prescribe al Estado el sostenimiento del culto católico?” FIN

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NOTIVIDA, Año IV, nº 199, 18 de enero de 2004

Editores: P. Juan C. Sanahuja y Mónica del Río

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